La ecología es la rama de la biología que estudia los seres vivos y las relaciones entre sí y con su entorno.
Sin embargo, el término incluye la relación del ser humano con la naturaleza, las ideas y actitudes que han dado lugar a esa relación y las consecuencias que se derivan de cómo nos comportamos con respecto a los demás seres vivos y el propio planeta.
Esta es la propuesta filosófica de la ecología, aportar diferentes formas de entender y de relacionarnos con la tierra, tanto en las culturas ancestrales como en las actuales.
La crisis de la emergencia climática actual es debida a una de esas formas de pensar. La salida de la crisis será, igualmente, un cambio de paradigma.
Para cambiar las consecuencias hay que cambiar los comportamientos y para cambiar el comportamiento, hay que cambiar la forma de pensar, de entender la tierra y nuestra relación con ella.
Si profundizamos en las causas del desequilibrio provocado por el ser humano, veremos que no hay mayor timo que nuestro sistema de consumo. Al igual que sucede con la idea capitalista del crecimiento económico contínuo basado en la deuda pública. Explotamos recursos y generamos residuos a costa de hipotecar el futuro de las generaciones que vendrán.
¿Qué provocó la crisis ecológica?
Es la idea de un progreso interminable, basado en un crecimiento continuo de bienes de consumo extraídos de la naturaleza, la que ha colapsado el sistema.
Una idea de progreso basada en consumo de bienes materiales con la que se ha definido la supuesta sociedad del bienestar.
Una relación hacia la naturaleza de explotador y dueño, y de ignorancia, pues estamos muy lejos de conocer las consecuencias.
La historia de la ecología
Actualmente el término fue acuñado en 1869, es la rama de la biología que estudia las relaciones de los seres vivos entre ellos y su entorno. Proviene del término oikos, que significa casa en griego, por lo que “ecología” sería el estudio de nuestra casa.
Entendiendo que la naturaleza es nuestro hogar y que nosotras formamos parte de ella. Pero la relación con nuestro hogar admite muchas formas de ser entendida.
Ecosistema: conjunto de especies que conviven en una misma área, interactúan entre ellas y con el ambiente abiótico (sin vida). Este enfoque ha permitido el estudio de cómo se ha podido fundamentar la vida, pero se han visto influenciados por la teoría evolutiva que interpreta la aparición de la vida y la especiación como una lucha entre individuos, y no tanto como la capacidad de adaptación y cooperación entre los individuos.
Por otro lado, interpretan la Tierra como un espacio sin vida que nos rodea.
Una Tierra inteligente
Se ha estudiado que las condiciones de la atmósfera de la Tierra se han mantenido estables durante 3500 millones de años, y han permitido las condiciones de vida tal y como la conocemos. Este hecho nos induce a pensar que ese orden y autorregulación obedecen a un propósito previo. Pero esto no es aceptable para la ciencia Cartesiana, porque supondría entender la Tierra como un gran ser con una finalidad, con una razón de ser. La alternativa que se propone es que el órden es fruto de la casualidad. ¿Es posible que tras ese órden haya una voluntad, una finalidad, una inteligencia?
Esto ha llevado a 2 posturas que producen 2 actitudes contrapuestas frente al concepto de planeta Tierra:
Paradigma mecanicista cartesiano
Parte del pensamiento del filósofo René Descartes, que en el s. XVIII concibió la Tierra y el mundo material como una gran máquina desprovista de alma. Una máquina a nuestro servicio para ser dominada y explotada. Este pensamiento se acentúa con la revolución industrial y el alejamiento del entorno rural en beneficio de las ciudades, donde los seres humanos viviremos totalmente rodeados de elementos creados por nosotros mismos → antropocentrismo.
De este enfoque, parte la ecología que propone mantener los elementos naturales que nos permitan continuar con nuestro estado del bienestar, pero que sigue considerando la naturaleza como un elemento a explotar. Da por hecho que la ciencia logrará encontrar alternativas a los elementos escasos.
Paradigma animista
Esta forma de pensar parte de la idea de que la naturaleza está verdaderamente viva, y cada uno de sus elementos es dotado de inteligencia y voluntad. Lo que nos rodea no son cosas, sino seres con espíritu y entidad. Todo lo viviente de nuestro planeta forma parte del macroorganismo, que es la Tierra. Cada uno de los seres es una expresión de esa gran vida, y por tanto, valioso en sí mismo.
Cuidar la Tierra es cuidar la vida de la que formamos parte.
El enfoque ecologista que parte de este paradigma, se basa en el respeto a la vida misma. No se basa en la lucha por la supervivencia material sino en el despliegue del potencial de conciencia que se guarda en cada ser en perfecta armonía con la evolución de la Tierra. Interpreta al planeta con una inteligencia capaz de gestionar su propio destino evolutivo y el de sus seres, aunque sea a base de grandes sufrimientos.
El restablecimiento del equilibrio es necesario para evitar el sufrimiento del ser humano y demás especies que comparten nuestro camino de vida.
¿Con qué corriente del ecologismo te quedas?
Como hemos visto, los dos paradigmas están contrapuestos y son hijos de un contexto cultural diferente.
Las dos visiones no serán igual de útiles para reparar el daño causado a los ecosistemas.
Piensa cual te resuena más, investiga sobre ello y toma consciencia de cómo sería vivir de acuerdo a esa filosofía.
La Ecosofía
Cada vez más están apareciendo nuevas formas de pensar y considerar la madre Tierra como un ser vivo a quien respetar, y propone una nueva relación que minimice los desequilibrios materiales a la vez que potencia el interés por el estudio y la capacidad de asombro por la naturaleza.
La Tierra es perfectamente capaz de restablecer sus condiciones, pero si la humanidad no la ayuda en el camino, sufriremos los cambios que están por venir.
De igual manera que nos desarrollamos física e intelectualmente durante nuestra evolución, también podemos desarrollar una capacidad de cohabitar armónicamente con los demás seres vivos.
El cambio que hemos de esperar pasa por dejar de ser saqueadores y pasar a ser enamorados de la naturaleza. No cambiar de hábitos por miedo a las consecuencias de los cambios climáticos, sino amar a la Tierra tal como es y por lo que es.