Wangari Muta Maathai, bióloga y ecologista keniata, fue la primera en África Central y Oriental en conseguir un título de doctorado, y la primera mujer africana que recibió el Premio Nobel de la Paz.
Las raíces
Wangari Muta Maathai nació en 1940 en Kenia. Su infancia transcurrió en una casa, sin electricidad ni agua corriente, realizando las tareas campestres habituales de las mujeres kikuyu. la forma de acometer algunas de las labores del campo, dio muestras de la extrema dedicación y casi compulsiva tenacidad con la que posteriormente realizaría todos los trabajos y retos a lo largo de su vida. Su sensibilidad por la naturaleza se desarrolla a muy tierna edad, cuando sufría por la deforestación en su tierra. A pesar de ser niña, pudo estudiar y terminar la educación secundaria. Fue una de las trescientas keniatas que obtuvo una beca del programa «Kennedy Airlift» para estudiar en universidades de Estados Unidos. Logró licenciarse en Biología en la Universidad Mount St. Scholastica de Atchinson, Kansas.
El tronco
A mediados de la década de los 70, consiguió un puesto como profesora de Anatomía Veterinaria en la Universidad de Nairobi, donde se sacaría un doctorado y llegaría a ser catedrática. Durante este tiempo, Maathai promovió campañas a favor de la igualdad de beneficios para las mujeres que trabajaban en la Universidad, llegando al punto de intentar convertir la asociación del personal académico en un sindicato con el objeto de negociar las prestaciones. Los juzgados negaron esta posibilidad, pero muchas de sus demandas de igualdad se lograron posteriormente.
Además de su trabajo en la Universidad de Nairobi, Maathai se involucró en diversas organizaciones cívicas. Fue miembro de la delegación en Nairobi de la Cruz Roja de Kenia, convirtiéndose en su directora en 1973. Tras la fundación del Centro Ambiental Liason en 1974, se la invitó a formar parte de la junta local, llegando a convertirse en su presidenta. Maathai también formó parte del Consejo Nacional de Mujeres de Kenia (NCWK).
Las ramas
En 1977 el NCWK realizó una marcha desde el Centro Internacional de Conferencias en Nairobi hasta el parque Kamukunji en las afueras de la ciudad, donde plantaron siete árboles en honor a líderes históricos de la comunidad. Este fue el primer «Cinturón Verde». El Movimiento Cinturón Verde centra su actividad en la plantación de árboles como medio para mejorar las condiciones de vida de la población, especialmente de las mujeres. En su país, empezaron a llamarla «Mama Miti», «la madre de los árboles». Bajo el impulso y los valores del Movimiento Cinturón Verde, las mujeres africanas plantaron en Kenia más de 47 millones de árboles, permitiendo además la creación de miles de empleos y el fortalecimiento de la imagen de la mujer en la sociedad.
Sus desafíos al Gobierno dictatorial de su país, en defensa de la democracia y los derechos humanos y medioambientales, provocaron que fuera perseguida, golpeada y encarcelada en varias ocasiones por desafiar al régimen dictatorial de Daniel Arap Moi.
Durante la mayor parte de los años ochenta, el NCWK y el Movimiento Cinturón Verde, que ella fundó, pasaron apuros para seguir adelante; el régimen tachó a Wangari de «desobediente» y trató de restringir sus actividades y acallar su voz. La presión política sumada al descrédito generado por su divorcio, hizo que perdiera su empleo en la universidad.
Aprovechando la Conferencia de Naciones Unidas sobre Energías Renovables que se celebró en Kenia en 1981, consiguió hacer importantes contactos y despertar el interés de otras instituciones de Naciones Unidas por la labor del Movimiento Cinturón Verde. Gracias a ello, recibe una ayuda crucial, una importante subvención del Fondo Voluntario de Naciones Unidas para la Mujer, que incluía una pequeña retribución anual para vivir, lo que le permite dejar de buscar trabajo y centralizar todos sus esfuerzos en la expansión y coordinación del Movimiento Cinturón Verde, aplicando sus conocimientos y energía en un ámbito totalmente diferente.
La educación en valores, responsabilidades y derechos que se propugnaba desde esta institución iba en contra de los intereses del Gobierno. Wangari abandonó la dirección del NCWK y el Movimiento Cinturón Verde se convirtió en una ONG independiente, que se extendería por otros países africanos.
Las flores
Con el tiempo, el Movimiento Cinturón Verde contribuyó a la creación de más de seis mil viveros, dirigidos por seiscientas redes distintas de comunidades, implicando a cientos de miles de mujeres y también a muchos hombres en el proyecto. A principios del siglo XXI, solo en Kenia, se habían plantado más de treinta millones de árboles.
En 2002, Maathai se postuló como candidata de la Coalición Nacional del Arcoíris, organización que unificaba todos los partidos de la oposición, para las elecciones parlamentarias de Kenia. Las razones por las que Wangari se planteó entrar en política fueron su intención de luchar desde dentro contra la creciente pobreza y corrupción y la pésima política medioambiental, responsable de la pérdida de suelo fértil. Finalmente, consiguieron derrocar al partido corrupto en el poder. En 2003 fue nombrada viceministra de Medio Ambiente del nuevo Gobierno de Kenia.
Los frutos
Wangari Maathai fue condecorada con el Premio Nobel de la Paz de 2004 por su «contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz.». Además del Nobel de la Paz, recibió más de treinta premios internacionales a lo largo de su vida por sus incuestionables logros en materia medioambiental, la lucha contra la pobreza, los derechos de las personas, muy especialmente de las mujeres, y la defensa de la democracia. Los primeros fueron una garantía para seguir viva, pues el Gobierno dictatorial de Moi no podía permitirse asesinar a una persona con reconocimiento internacional.
En 2005, Maathai fue elegida presidenta del Consejo Económico, Social y Cultural de la Unión Africana y nombrada embajadora de buena voluntad de una iniciativa dirigida a la protección de los ecosistemas forestales de la cuenca del Congo. Hasta su muerte, en 2011, prosiguió con su incansable labor de asesora de proyectos, participando en foros mundiales o colocándose al frente de iniciativas como la campaña de Naciones Unidas de mil millones de árboles en noviembre de 2006, o poniendo su experiencia al servicio de asociaciones como AWEPA (Asociación de Parlamentarios Europeos para África).
Wangari Muta Maathai falleció el 25 de septiembre de 2011, en un hospital de Nairobi, precisamente el Año Internacional de los Bosques.
Las semillas
Wangari Muta Maathai fue un ejemplo a seguir por todas nosotras, no sólo por su compromiso y fidelidad a una idea que consideraba justa, también por su valor al enfrentarse, inteligente y pacíficamente, a un mundo que la consideraba inferior, y constancia durante toda su vida.
El mundo necesita muchos cambios para mejorar su estado. Necesita muchas personas como Wangari para hacer esos cambios.